21 de octubre de 2012

Reflexión realizada por Coco M.G., Director de EFA (Escuela-Estudio de fotografía alternativa), para www.fotografiaencanarias.com




En algunas ocasiones he asistido a reuniones de fotógrafos. Antaño a estas solo acudían los que tenían cierta relevancia en el medio, quedando excluidos el resto. Yo había sido invitado en varias ocasiones pero algo me decía que estaba mejor haciendo cualquier otra cosa, pero un día me inicié. No se cual de esos encuentros fue el más decepcionante pero si se que positivo no fue ninguno. Me refiero en el debate fotográfico, supuestamente tema de la reunión, si eran positivísimos en la buena comida regadas por unos buenos caldos que rematábamos con buenos alcoholes.
No era que no tratáramos la fotografía, si que lo hacíamos:

A: ¿Has visto los nuevos objetivos de Nikon?
B: Si, tienen una pinta estupenda, uf, pero carísimos
A: Me he comprado el 80--‐200
B: No fastidies, ¿el 2,8?
C: Je, si que si, pero hay más, de la serie ED
D: Joder
A: Pues combinado con la nueva película Kodacrome 25…
B: Me imagino, los colores, el contraste…
A: Unos fotones!!

Lamentablemente por aquí iban las conversaciones aderezadas con rones.
Los fotones que muchas veces se comentan en las redes sociales normalmente resultan unos grandes bodrios de imágenes, eso si, perfectamente nítidas para que no te perdieras detalle de que la imagen no vale para mucho. Esto siempre me ha llevado a una reflexión tipo el club de la comedia, a saber: Si he realizado una foto mediocre, ¿prefiero que esté perfectamente nítida y técnicamente insuperable por la tecnología que mi bolsillo me ha permitido? Creo que la respuesta es no, entonces ¿seré mejor fotógrafo si tengo peor equipo? No se verán tanto mis fallos. Que lío. Propongo mi respuesta definitiva más abajo.
Pero el motivo de este texto es que no veo haya cambiado mucho la cosa desde entonces, más bien empeorado. Con la cantidad de cositas que se pueden ver por internet, todos esos millones de pixeles enviándose whatsApps para quedar en alguna esquina de una ciudad japonesa, planeando con sigilo el asalto a un sensor, todo esto para vivir apretujados e hiper fotosensibilizados a disposición del consumidor de turno. Ingente cantidad de lentes sobre las que hablar, trípodes fabricados en la pico del Himalaya ( o casi), rangos dinámicos que se estiran y contraen sin cesar, isos que han perdido el ruido, ni en medio de una batucada oyen nada.
La verdad es que no se donde fue a parar el ruido de la iso pero todo esto me parece como si la iso hubiera perdido la sensibilidad y nosotros con ella, es decir, un sin sentido.
No quiero dejar un sabor amargo con este texto, si que he tenido grandes conversaciones sobre fotografía, el 90% de ellas entre una imagen y yo. Por eso ahora me gusta pensar que me reúno con amigos, porque lo son, sean fotógrafos o no, sin más pretensiones sino la de pasar un buen rato.
Aún corriendo el riesgo de la arrogancia pero ganando la batalla interna mi parte de docente, me permito darles dos consejos para terminar con esta reflexión en voz alta:

      Calla y observa 
      La cámara eres tú.


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